Viajar atrás

Haz como el sol que nace cada día,
sin pensar en la noche que pasó.

No sé si a ustedes les ha pasado, pero hace algunos días tuve la oportunidad de tomar una especie de máquina del tiempo y volver atrás a cuando supuestamente “lo tenía todo y era feliz”. Debo confesar que tuve mucho miedo, iba con nervios y la idea de que me gustara revivir eso, la tomaba con mucho temor. Reviví anécdotas, momentos, sensaciones, imágenes que pasaron años atrás y cuando se dio por terminado el viaje no había nada que sentir. Fue la cosa más rara porque no había ni nostalgia ni repulsión, ni gusto ni tristeza, simplemente no sentí nada.

Después decidí que tenía que volver a subirme a la máquina del tiempo porque eso no se podía quedar así. Regresé a ese viaje al pasado a descubrir algún sentimiento, a buscar algo que me dijera qué hacer o dónde me encontraba. Fui y cuando regresé a la realidad volví a sentirme como el agua: insabora, incolora e inodora. Me sentí insípida. Entonces encontré la respuesta a lo que estaba buscando: MI LUGAR YA NO ERA AHÍ, NUNCA MÁS, YA NO HABÍA NADA QUE SENTIR. Y no es que aún tuviera la duda, es que simplemente las personas que vivían en el pasado ya no viven en el presente. Las personas, las visiones, las metas, todo cambia. Llámala madurez, crecimiento, aprendizaje. Lo que sea. Lo que yo era en el pasado, ya no es en el hoy.

Fue liberador, fue como si de repente alguien me quitara una venda que yo tenía en mis ojos y que había estado levantándome de un ojo pero luego volvía a tapar. Me siento en un proceso de reconciliación con mi pasado y no es que sea oscuro o mucho menos, pero hay cosas con las que no podía vivir en paz. Cosas que seguían persiguiéndome y causándome una serie de sentimientos negativos y lo peor: eran causados por mi propia mente, porque en el momento en el que me subí a esa mágica máquina del tiempo me di cuenta que no era lo que quería, que no era lo que yo pensé que sería y que no quería estar ahí por más tiempo.

Dicen que regresar a cosas de antes o volver a hacer algo que habías dicho a la gente que ya no volverías a hacer está mal. Yo hoy digo que hay situaciones en las que hay que irse para poder volver y hay cosas que hay que repetir para saber qué es lo que ya no necesitamos.

Hay días como hoy, en los que me siento perdida en el camino, que no sé para donde avanzar pero sé que debo seguir caminando. Que no sé si estoy dando vueltas en círculo o si estoy caminando en dirección recta. Días en los que no sé lo que quiero o hacia a dónde voy. Pero hoy sin tener un objetivo claro, sé lo que no quiero y dónde no quiero estar y eso, para mí, ya es ganancia. 

(Me encontré esta imagen al terminar el texto como si la vida me estuviera dando palmaditas de ánimo) 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Promesas selladas con labial

Tengo ganas...

Motivos para la confusión