El cambio que no llegará
Ya sé que 3MSC ya pasó un poco de moda,
pero esto lo escribí hace algunos meses y hoy decido sacarlo
así, porque sí.
He escuchado que mucha gente se pregunta “por qué rayos a las mujeres les gusta tanto la peli de 3 metros sobre el cielo si el bato es bien agresivo y no le tiene nada de respeto a su morra” y hubo una mañana en la que de verdad me puse a pensar qué es lo que me gusta tanto de esa película que me hace querer verla cada que veo o escucho el título. Fácil y sencillo: es la maravillosa historia de la niña bien que cambia al chico malo.

¿De verdad es tan difícil para nosotras hacernos a la idea de que si así los conocemos, así se van a quedar? ¿Cuál es el afán de querer convertirlos en lo que nosotras idealizamos? ¿Por qué si ya estamos viendo cómo es él, decidimos meternos “haber qué logramos”?
Yo no niego que eso pueda pasar, sí, sí pasa y yo lo he
visto. Ya sabes, la amiga que encuentra al niño que era un cabronsito por la
vida y se topó con ella que lo trató con la misma “dinámica” y boom cayó y ahora son la pareja más perfecta bla, bla,
bla. Pero darling, son como la aguja del pajar y no sé, pero yo siempre he
creído que para que alguien cambie, ese alguien tiene que querer cambiar, sólo
así sucederá, no por nuestros súper poderes imaginarios.
Sin embargo, es increíble todo el tiempo que perdemos creyendo
que seremos las heroínas de la historia, la Babi de la película y que nuestro
Hache se quedará con nosotras, cual perrito bien portado, aquí, al ladito. Vivimos ideando
todo tipo de plan para hacerlo caer redondito o peor aún imaginando cómo vamos
a pasar enfrente de todo mundo súper orgullosas de nuestro logro, agarradas
bien fuerte de su brazo. Mal mis niñas, estamos mal.
Esto, por supuesto, no sólo nos pasa a las mujeres pues me he dado cuenta que en los hombres es una situación similar, entre más retorcida y complicada sea la situación con la susodicha en cuestión más se clavan, más se quedan, más intentan.
Esto, por supuesto, no sólo nos pasa a las mujeres pues me he dado cuenta que en los hombres es una situación similar, entre más retorcida y complicada sea la situación con la susodicha en cuestión más se clavan, más se quedan, más intentan.
Qué cosas tan raras pasan en la vida ¿no? De verdad que cómo
nos gusta sufrir, batallar, complicarnos la existencia. Pero también si no
hubiera por qué luchar, ¿qué sentido tendría nuestro día a día?
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