Miedo, ¿dónde?
A veces me
sorprendo de mis cambios de humor tan radicales en tan poco tiempo, luego
recuerdo que soy mujer y se me pasa; pero hoy decidí detenerme a dejarme
sentir, a preguntarle a Claudia qué siente y sobre todo por qué lo siente.
Me encontré con
muchas cosas, entre ellos, el sentimiento más grande es un pequeño monstruo que
los mortales llamamos miedo, ¿que a qué? A fallar, a fallarme. A avanzar y
regarla. Tengo miedo de vivir la vida que siempre he soñado, tengo miedo de sentir
cosas y lastimarme. ¡Boom! lo solté.
Y es que yo sabía
(porque es algo trilladísimo que todo mundo menciona) que “el miedo paraliza” y
ándale que sí. En primer lugar, me encontré con el miedo a volver a publicar,
porque he escrito muchas cosas pero no he publicado nada, ¿por qué?, me preguntan
mis amigos, pues por miedo. Fácil. De repente todo llegó muy lejos y me da miedo
no cumplir con los estándares que yo solita subí, me siento cargando una
responsabilidad en los brazos como papá primerizo que siente que se le rompe su
bebito y le da miedo abrazarlo con amor. Justo así. Y entonces, de repente, un
día leí algo que tuvo el efecto de una palmada en mi hombro y me susurró “venga,
tú puedes”. Decía más o menos así:
Escribo por el placer de estar contigo, sin
pensar que crezco porque aumenta el número de lectores.
Qué valiente,
¿no? Pero también me hizo recordar que comienzas a escribir sabiendo que puede
que nadie te lea, que nadie te pele, que a nadie le importe, que lo haces por
el simple placer de expresarte, hasta ahí. Y hoy retomo eso. Habrá gente que no
le guste, que me diga “siempre lo mismo” “no sales de ahí” “ya no me gusta
leerte” y entonces ¿qué importa? Escribo por terapia, porque estoy zafada y me
gusta desahogarme de manera escrita. A la mejor tú pintas, cantas, bailas
(también bailando soy feliz), haces deporte, qué sé yo. Todos tenemos nuestro
medio de escape y aunque el mío sea un poco arriesgado por volverme “vulnerable”,
te invito a que tú descubras el tuyo. Si ya lo sabes explótalo, vívelo,
disfrútalo, por el puro placer de expresarte.
Otro de los
miedos que encontré y que me presionaba fuertemente el pecho volviéndome
apática en un viernes con sol, fue el miedo a sentir. Sí. Ese miedo que da
cuándo tú quieres entregar más de lo que puedes recibir. Y nuevamente, te
frenas, te paras en seco cuando a la mejor me sentía preparada para aventarme
al precipicio, pero justo al llegar al filo de la piedra tomé la decisión de
detenerme. Me acobardé a ir más alla. Ya no supe qué hacer, ¿avanzar? ¿bajar
los brazos? ¿ya los levanté? ¿y si mejor regreso? Demasiadas preguntas que no
me dan respuestas certeras y que parece que no me ayudarán a resolver nada. Entonces
el mejor lugar para estar, es justo el cómodo, el “seguro”, el conocido. Ni
para atrás ni para adelante. No me gusta la actitud, pero es lo que hay.
Y es aquí donde
también entra otra cuestión que me frustra: mi no habilidad para salirme de la
zona de confort, mi conformismo. No aplica para todo, pero sí. Sí me he
dado cuenta que me pongo en ese papel y nadie me mueve de ahí hasta que una ola
de desesperación llegue a mi y la necesidad de correr sea demasiada. ¡Qué feo
que tengas que esperar esa ola Claudia! Muero de ganas por que las experiencias nuevas lleguen a mi y que esta parálisis no termine con mis ganas de vivir.
Simplemente genial.
ResponderEliminarPara mí escribir es lo mismo que para ti, es sacar todo eso que debo sacar y antes me esforzaba por ocultar, es mi forma de analizar mi "yo" interior y me encanta y probablemente nadie me leerá pero así soy feliz, expresando lo que quiero y pienso.
No soy la más valiente del mundo, pero ahora sé que el miedo nos priva de las MEJORES experiencias del mundo, lo trate de enfrentar y me dio buenos resultados ¡Inténtalo!
Qué padre es tener cosas en común, muchas gracias por leer Alhelí, voy a intentar ;)
Eliminar